En Rumanía se hacen seis películas al año. Por eso "4 meses, 3 semanas y 2 días" es un milagro.
Es tan buena que asusta. Es la segunda película de Mungiu, pero parece la décimoséptima.
Destacaría, a bote pronto, tres cosas:
- La dirección: es como un personaje más. Está muy presente, es acción, participa, se huele el aliento de Mungiu. La cámara corre, tropieza, filma la noche, cuadricula la realidad, se pega a los personajes, vibra, llora... Captura magistralmente la atmósfera de opresión en la que viven los personajes. La escena de de la cena familiar, la habitación de hotel, los paseos nocturnos, el barro de la calle... La sensación de incomodidad, de desasosiego, no da tregua.
- El guión: impecable. La realidad, plasmada. No hay ni un solo recurso. No hay giros sorprendentes. Sólo hechos y consecuencias. La vida.
- La actriz: la actuación de Anamaria Marinca es brutal, sobre todo por lo bien insertada que en la película. No hay dramatismo alguno. Ocurre algo parecido con lo que pasa en el guión: recibe los hechos y sufre las consecuencias. Como un saco de boxeo, que no se mueve de su sitio por mucho que le golpeen.
Luego, además, la película trae mucho. Funciona como crítica a un sistema comunista capaz de sacar lo peor de la gente: transmite la opresión social a través de la pantalla, y te hace sentirla (risa da Goodbye Lenin).
Pero más allá de eso está el profundo contenido humano de la película. Principalmente, centrado en la protagonista. La soledad y el sufrimiento de una libertad responsable. Esto no es un juego de niños. Es una bomba.
miércoles, 30 de enero de 2008
domingo, 13 de enero de 2008
"Antes de amanecer", de Richard Linklater
Ya tenía el título para este post. Y ahora que lo iba a poner me di cuenta de que nuestros post se titulan con la película y el director. En todo caso, pongo mi (engolado y umbraliano) título:
El ocaso de la juventud
Datos básicos, ya que no es una película de ahora. Richard Linklater, 1995, con Ethan Hawke y Julie Delpy. Tiene secuela, diez años después, que no he visto ("Antes de anochecer").
Otro dato básico: el DVD se ha rallado en la penúltima escena de la película, cuando están tumbados en el césped de noche, dudando si follar o no. No he visto el final. En el Séptimo Arte se van a enterar.
La historia es así: chica francesa conoce a chico americano en un tren. Ella va a París, él a Viena. Comienzan a hablar. Llegan a Viena, donde el chico coge un vuelo a EEUU al día siguiente. Él le pide que se baje y pasen juntos esa noche, deambulando por la ciudad. Ella accede.
La película es puro diálogo. Cine-teatro. Ellos, en diferentes localizaciones de Viena, hablando. A partir de esa peculiar situación, con los dos personajes fuera del tiempo y el espacio en el que deberían estar, saboreando las delicias del existir sin más, guapos y en compañía, Linklater les pone a divagar sobre lo humano y lo divino.
El guión está muy bien, el guión lo es todo. Y sus interpretaciones, claro: ella está fantástica (cómo mira, cómo habla, los movimientos, la voz, la intención), él es un auténtico muermo, que no sabe expresar dos emociones distintas.
Es la historia de dos jóvenes en el borde del trampolín de la vida, paladeando su condición de jóvenes, pero sabiendo que el juego ha terminado. Miran atrás y encuentran insatisfacción, miran adelante y sienten miedo. ¿Qué es la juventud?
Son dos niños, jugando. Y a través de ellos se vehiculan -esta palabra aprendí a utilizarla hoy leyendo el encuentro de Pedro J. Ramírez y ZP en In Mundo- las grandes cuestiones de la existencia: el amor, la soledad, la muerte, la vida... Demasiado coco para tanta pulsión, me parece.
La película es interesante, plantea muchas cuestiones y busca el fondo de las cosas, lo que no es poco. Se abre a la intimidad de los personajes. Ellos están bien conseguidos, sobre todo ella, que es la que aporta más riqueza al guión. Es ella la que da profundidad a la historia y la que da un sentido a esa "noche loca". En el sentido de que para ella está significando más que "una noche loca".
Yo, durante toda la película, deseaba en el fondo que uno cogiera el avión a América y la otra el tren a París. Y allí -ya fantaseando-, que Bergman hiciera dos películas: una sobre cada uno.
La cosa es que no sé que pasó al final. Necesito un spoiler.
El ocaso de la juventud
Datos básicos, ya que no es una película de ahora. Richard Linklater, 1995, con Ethan Hawke y Julie Delpy. Tiene secuela, diez años después, que no he visto ("Antes de anochecer").
Otro dato básico: el DVD se ha rallado en la penúltima escena de la película, cuando están tumbados en el césped de noche, dudando si follar o no. No he visto el final. En el Séptimo Arte se van a enterar.
La historia es así: chica francesa conoce a chico americano en un tren. Ella va a París, él a Viena. Comienzan a hablar. Llegan a Viena, donde el chico coge un vuelo a EEUU al día siguiente. Él le pide que se baje y pasen juntos esa noche, deambulando por la ciudad. Ella accede.
La película es puro diálogo. Cine-teatro. Ellos, en diferentes localizaciones de Viena, hablando. A partir de esa peculiar situación, con los dos personajes fuera del tiempo y el espacio en el que deberían estar, saboreando las delicias del existir sin más, guapos y en compañía, Linklater les pone a divagar sobre lo humano y lo divino.
El guión está muy bien, el guión lo es todo. Y sus interpretaciones, claro: ella está fantástica (cómo mira, cómo habla, los movimientos, la voz, la intención), él es un auténtico muermo, que no sabe expresar dos emociones distintas.
Es la historia de dos jóvenes en el borde del trampolín de la vida, paladeando su condición de jóvenes, pero sabiendo que el juego ha terminado. Miran atrás y encuentran insatisfacción, miran adelante y sienten miedo. ¿Qué es la juventud?
Son dos niños, jugando. Y a través de ellos se vehiculan -esta palabra aprendí a utilizarla hoy leyendo el encuentro de Pedro J. Ramírez y ZP en In Mundo- las grandes cuestiones de la existencia: el amor, la soledad, la muerte, la vida... Demasiado coco para tanta pulsión, me parece.
La película es interesante, plantea muchas cuestiones y busca el fondo de las cosas, lo que no es poco. Se abre a la intimidad de los personajes. Ellos están bien conseguidos, sobre todo ella, que es la que aporta más riqueza al guión. Es ella la que da profundidad a la historia y la que da un sentido a esa "noche loca". En el sentido de que para ella está significando más que "una noche loca".
Yo, durante toda la película, deseaba en el fondo que uno cogiera el avión a América y la otra el tren a París. Y allí -ya fantaseando-, que Bergman hiciera dos películas: una sobre cada uno.
La cosa es que no sé que pasó al final. Necesito un spoiler.
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viernes, 11 de enero de 2008
"American Gangster", de Ridley Scott
Confieso que había borrado de mi cabeza que esta película era de Ridley Scott. Me ha alegrado que el director de una de mis películas favoritas, 'Alien, el 8º pasajero', haya hecho de nuevo una buena película después de tantas y tantas mediocridades. Porque sí, 'American Gangster' es una gran película: un argumento excelente, un guión que, aún siendo de manual, es correcto -y no es de Ridley-, una interpretación notable –Denzel Washington y Russell Crowe sobresalen- y una dirección, aquí si que brilla Ridley, brillante.
Es una película vibrante y emocionante. Te tiene pegado a la butaca, sin poder quitar ojo a cada secuencia, a cada plano. Desde el inicio, muy sutilmente, te va dejando anzuelos y tú vas picando y picando, hambriento, queriendo saber más, conocer más, meterte más en la pantalla. Por ejemplo: la escena del funeral del mafioso del que había sido chófer Frank Lucas (Denzel Washington), cuando éste hace labores de sirviente –pone un posavasos, busca un mechero…- para los mismos tíos que le debían dinero a su jefe.
'American Gangster' nace de una elipsis brutal –la vida de Frank Lucas como chófer de este mafioso neoyorquino-, que no estaría mal verla hecha película algún día. Esto provoca que cuando tú empiezas a ver la película, tienes la sensación de que te unes a algo que ya estaba pasando. Las referencias a los hechos pasados son mínimas, pero suficientes como para comprender el empeño con que Denzel Washington quiere ocupar el puesto de su jefe.
El ritmo de la película es vertiginoso y no deja que te escapes en ningún momento. Es cierto, huele a Hollywood por los cuatro costados, pero… Huele a lo mejor que sabe hacer Hollywood: ponerte a vibrar en la butaca, bien agarrado a los reposabrazos y con los ojos desorbitados. Sí, es cierto, los personajes se comportan con relación a clichés y tópicos clásicos. Incluso habría que decir que la profundidad que tienen no es sino la que cada espectador fabrica en su mente a base de recuerdos de otros personajes similares. ¿No es Russell Crowe una mezcla entre el Mel Gibson de 'Arma Letal', el Bruce Willis de 'Luz de Luna' y el Brad Pitt de 'Seven'?
Está claro: yo hubiera preferido lo mismo, pero más real. Es decir, un policía que no esté a punto de divorciarse y que no se folle a todo quisqui: desde su abogada a una azafata que pasaba por allí, justo el día en que venían de servicios sociales para examinarle y decidir si podían darle la tutela de su hijo. En ese sentido, la película te avasalla, no te deja respirar. Pero, ¿no será ahí donde mantiene su gancho?
En todo caso, para mí lo mejor de la película es como te lleva al terrorífico mundo de la corrupción donde todos sacan tajada a costa del que tienen por debajo. Y no sólo eso, sino que te lo revela de una forma totalmente verosímil, entresijo a entresijo. Da miedo y es tan real como la vida misma. Y nosotros escribiendo de Pakistan, eh, Raquel?
Es una película vibrante y emocionante. Te tiene pegado a la butaca, sin poder quitar ojo a cada secuencia, a cada plano. Desde el inicio, muy sutilmente, te va dejando anzuelos y tú vas picando y picando, hambriento, queriendo saber más, conocer más, meterte más en la pantalla. Por ejemplo: la escena del funeral del mafioso del que había sido chófer Frank Lucas (Denzel Washington), cuando éste hace labores de sirviente –pone un posavasos, busca un mechero…- para los mismos tíos que le debían dinero a su jefe.
'American Gangster' nace de una elipsis brutal –la vida de Frank Lucas como chófer de este mafioso neoyorquino-, que no estaría mal verla hecha película algún día. Esto provoca que cuando tú empiezas a ver la película, tienes la sensación de que te unes a algo que ya estaba pasando. Las referencias a los hechos pasados son mínimas, pero suficientes como para comprender el empeño con que Denzel Washington quiere ocupar el puesto de su jefe.
El ritmo de la película es vertiginoso y no deja que te escapes en ningún momento. Es cierto, huele a Hollywood por los cuatro costados, pero… Huele a lo mejor que sabe hacer Hollywood: ponerte a vibrar en la butaca, bien agarrado a los reposabrazos y con los ojos desorbitados. Sí, es cierto, los personajes se comportan con relación a clichés y tópicos clásicos. Incluso habría que decir que la profundidad que tienen no es sino la que cada espectador fabrica en su mente a base de recuerdos de otros personajes similares. ¿No es Russell Crowe una mezcla entre el Mel Gibson de 'Arma Letal', el Bruce Willis de 'Luz de Luna' y el Brad Pitt de 'Seven'?
Está claro: yo hubiera preferido lo mismo, pero más real. Es decir, un policía que no esté a punto de divorciarse y que no se folle a todo quisqui: desde su abogada a una azafata que pasaba por allí, justo el día en que venían de servicios sociales para examinarle y decidir si podían darle la tutela de su hijo. En ese sentido, la película te avasalla, no te deja respirar. Pero, ¿no será ahí donde mantiene su gancho?
En todo caso, para mí lo mejor de la película es como te lleva al terrorífico mundo de la corrupción donde todos sacan tajada a costa del que tienen por debajo. Y no sólo eso, sino que te lo revela de una forma totalmente verosímil, entresijo a entresijo. Da miedo y es tan real como la vida misma. Y nosotros escribiendo de Pakistan, eh, Raquel?
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Mio fratello è figlio unico, de Daniele Luchetti
Nunca imaginé que vería al hermano de mi amiga Eleonora en pantalla. Accio, uno de los protagonistas de Mi hermano es hijo único, es igual de polémico que Stefanno y yo que pensaba que era único. Hay muchos fratellos unicos pululando por ahí. Me chifla Italia y esta película es Italia así que si os entra morriña de pizza al taglio y conversaciones apasionadas de política vedla inmediatamente, también si os queréis reconciliar con las manías de vuestra familia, porque de eso va: es un retrato lleno de sentido del humor y compasión (especialidad del cine italiano) de una familia. El típico hogar donde todos se gritan y nadie se escucha, casi nunca. Lo más interesante es que a través de la rivalidad de dos hermanos por ser el centro de atención en casa, Daniele Luchetti nos introduce al escenario político de los años 60 en Italia: comunistas radicales, católicos más papistas que el papa y camisas negras, increíble el batiburrillo de ideologías en una misma época. Daniele escoge dos hermanos en los extremos de este abanico político: Manrico, el mayor, es de izquierdas, el pequeño Accio neofascista... por llamar la atención, por sentirse transparente, medio huérfano.... ¿Cuál de los dos es más responsable y coherente con sus ideas? El director retrata a ambos con todos sus defectos y virtudes, sin moralina. La banda sonora es estupenda. Aquí uno de los temas, para abrir boca y si queréis más detalles pasad por mi mesa y nos tomamos un té con un biscotti de Cuor di Mela para inspirarme y recordar algo más, que la vi hace un mes y he perdido el hilo: http://es.youtube.com/watch?v=VIeKIlN5ElA
martes, 8 de enero de 2008
Interview, de Steve Buscemi
Sienna Miller hace un papelón en la peli y me volvió tan loca como a Buscemi, a ratos muriéndome por besarla en la boca y a ratos con ganas de darle un par de tortazos por niñata. Gana de calle el duelo interpretativo a Steve Buscemi aunque éste está tan genial como siempre pero asustadizamente viejo y whiskeyzado.
El tête à tête entre los dos mantiene el ritmo y y los diálogos y su escenificación pasan en segundos de crear tensión, provocar risas, desquiciar, provocar y lo que te dejes transmitir.
Lo peor: la excusa burda y mala malísima, con la que llegan a su casa. Tampoco me convenció para nada el final, porque es demasiado obvio. Podían haberle dado un pelín más a la neurona los guionistas...
El tête à tête entre los dos mantiene el ritmo y y los diálogos y su escenificación pasan en segundos de crear tensión, provocar risas, desquiciar, provocar y lo que te dejes transmitir.
Lo peor: la excusa burda y mala malísima, con la que llegan a su casa. Tampoco me convenció para nada el final, porque es demasiado obvio. Podían haberle dado un pelín más a la neurona los guionistas...
miércoles, 2 de enero de 2008
'Once', de John Carney
La idea de contar la historia de una película a través de canciones es una estupenda idea. Vamos, un musical. Lo que ocurre es que estamos acostumbrados a los típicos musicales donde de repente un señor, sin venir a cuento, empieza a cantar y hacer piruetas por la calle, lo que los aleja totalmente de la realidad. Lo que no está mal, que conste, pero 'Once' es otra cosa.
En primer lugar y que vaya por delante, es un pastel bastante importante. Vamos, que la historia que cuenta y cómo la cuenta trae menos realidad incluso que un musical de los de antes. Es tal el grado de 'buenismo' que, en algunos momentos, dan ganas de echar a correr. ¿Desde cuándo una chica se enfada porque un chico la invita a dormir a su casa? A lo sumo, si no quiere quedarse, se echa a reír, que es lo propio.
Con esta película me he dado cuenta de una cosa: hay películas que cuentan momentos clave de la vida de una persona y otras que cuentan cosas cotidianas. El problema de las primeras es que normalmente, y esto en 'Once' clama al cielo, todo se centra en ese momento clave, pero no te llega, ni te emociona siquiera, porque necesitas el fondo, el contexto, la "vida" de esa persona, y no un momento clave.
El protagonista, de un día para otro, decide que el fin de semana graba unas canciones en un estudio de grabación y que el lunes se va a vivir a Londres. ¿Pero a qué tanta prisa? Son detalles pequeños, pero importantes. No te lo crees, vamos.
Por otro lado están las canciones, tan pastelosas como la película. De todas formas, algo positivo hay en todo esto, y es que el formato funciona. Una película así sirve para acercar y enriquecer las canciones, sobre todo en el caso de la letras.
Con buenas canciones y un buen guión, el resultado puede ser bestial. Y además, creo que algo así ni siquiera se ha intentado. Yo al menos lo desconozco.Me imagino una película protagonizada por Nick Cave, en la que cuenta una historia a través de las canciones que va cantando a lo largo de la película...
En primer lugar y que vaya por delante, es un pastel bastante importante. Vamos, que la historia que cuenta y cómo la cuenta trae menos realidad incluso que un musical de los de antes. Es tal el grado de 'buenismo' que, en algunos momentos, dan ganas de echar a correr. ¿Desde cuándo una chica se enfada porque un chico la invita a dormir a su casa? A lo sumo, si no quiere quedarse, se echa a reír, que es lo propio.
Con esta película me he dado cuenta de una cosa: hay películas que cuentan momentos clave de la vida de una persona y otras que cuentan cosas cotidianas. El problema de las primeras es que normalmente, y esto en 'Once' clama al cielo, todo se centra en ese momento clave, pero no te llega, ni te emociona siquiera, porque necesitas el fondo, el contexto, la "vida" de esa persona, y no un momento clave.
El protagonista, de un día para otro, decide que el fin de semana graba unas canciones en un estudio de grabación y que el lunes se va a vivir a Londres. ¿Pero a qué tanta prisa? Son detalles pequeños, pero importantes. No te lo crees, vamos.
Por otro lado están las canciones, tan pastelosas como la película. De todas formas, algo positivo hay en todo esto, y es que el formato funciona. Una película así sirve para acercar y enriquecer las canciones, sobre todo en el caso de la letras.
Con buenas canciones y un buen guión, el resultado puede ser bestial. Y además, creo que algo así ni siquiera se ha intentado. Yo al menos lo desconozco.Me imagino una película protagonizada por Nick Cave, en la que cuenta una historia a través de las canciones que va cantando a lo largo de la película...
martes, 1 de enero de 2008
Deseo, peligro, de Ang Lee
Estéticamente, 'Deseo, peligro' es una película impecable, de una riqueza capaz de extasiar al espectador. Los decorados, el vestuario, el maquillaje, los recursos escénicos... Todo ello, a la vez, se unifica en la protagonista, que además borda un papel muy exigente.
Ella soporta el peso de la película casi por entero, como su personaje soporta el peso de una trama en la que se ve encerrada, que ella misma ha elegido y de la que no puede salir. Su actuación es brillantísima, como también lo es la del personaje protagonista, el traidor que ella debe poner a tiro de sus compañeros de resistencia.
Todo ello le sirve a Ang Lee para construir un discurso sobre el deseo y el sexo. Ang Lee quiere decir algo y para ello monta el más bello y profundo de los contextos, pero a su mensaje, a su texto, le faltan palabras.
Quizás es una cuestión cultural, que el lenguaje cinematográfico oriental me deja a medias y que necesito más palabra, más materia, más acción. En todo caso, la película presenta zonas grises, probablemente a causa de la complejidad de lo que Lee quiere poner en escena. Por un lado está la trama política y por el otro la trama sexual, y me da la impresión que entre medias hay vacíos que para mí dejan la película sin cimientos, flotando en el aire.
Ella soporta el peso de la película casi por entero, como su personaje soporta el peso de una trama en la que se ve encerrada, que ella misma ha elegido y de la que no puede salir. Su actuación es brillantísima, como también lo es la del personaje protagonista, el traidor que ella debe poner a tiro de sus compañeros de resistencia.
Todo ello le sirve a Ang Lee para construir un discurso sobre el deseo y el sexo. Ang Lee quiere decir algo y para ello monta el más bello y profundo de los contextos, pero a su mensaje, a su texto, le faltan palabras.
Quizás es una cuestión cultural, que el lenguaje cinematográfico oriental me deja a medias y que necesito más palabra, más materia, más acción. En todo caso, la película presenta zonas grises, probablemente a causa de la complejidad de lo que Lee quiere poner en escena. Por un lado está la trama política y por el otro la trama sexual, y me da la impresión que entre medias hay vacíos que para mí dejan la película sin cimientos, flotando en el aire.
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